Un Venezolano en Sudáfrica

Mi nombre es Daniel Daboin alguno podrían decir que soy gocho porque nací en Trujillo, pero a la edad de 4 años viví mi primera cruzada al mudarme con mi familia a Puerto la Cruz, casi 1000 Kilómetros por tierra, luego 2 años después tuvimos que mudarnos de nuevo esta vez a la ciudad jardín (Maracay) donde pasaría la mayor parte de mi vida.
A mis 6 años la separación de mis padres y otra mudanza esta vez dentro de la misma Maracay finalizaría con mi especialización de cajas y embalaje, mi madre cargó con la responsabilidad de criarnos a mi hermano y a mí, agradezco entre muchas cosas su sacrificio para llevarnos a hacer turismo nacional lo cual me permitió conocer más mi hermoso país; Médanos de Coro, Paraguaná, Pico Bolívar, Península de Araya en Cumaná, Cueva del Guácharo entre muchos, muchos otros destinos.
Ya a la edad de 12 años tenía bien definido mi gusto por la naturaleza específicamente por la región costera, solía irme con algunos amigos o a veces solo en bus a Ocumare de la Costa, pero para ello requería un permiso del INAM que mi mamá debía solicitar en el terminal de Maracay, pero que gracias a mi empleo de medio tiempo en un centro de copiado, más de una vez extendí la duración, varias veces junto a mi hermano viajamos en bus hasta donde unos familiares en Falcón haciendo transbordo en el Big Low Center de Valencia así que para nosotros eso de backpackers no era una opción.
Al llegar la época universitaria vivía en Maracay pero estudiaba en Guacara donde con mucho sacrificó me gradué de Ingeniero Mecánico tal como mi hermano.
Por motivo de «esto es lo que hay» estuve laborando como Ingeniero Civil y residente en una constructora donde aparte de tener experiencia en ese ramo, la situación social me llevó a lidiar con sindicatos de la construcción así como también con burocracia en ministerios y oficinas públicas venezolanas, donde se necesitan chistes, sonrisas y cocossettes para la obtener pagos y/o cualquier tramite.
Mi hermano buscando experiencia internacional fue seleccionado para trabajar en Nigeria y luego en la construcción de una mina de oro en República Dominicana, donde en el año 2010 estaba necesitando Ingenieros y el me repetía «sal de Venezuela», sinceramente a ese punto no anhelaba salir del país, era parte de un grupo de amigos con inclinaciones eco turistas 4×4 con las que playa, rio, montaña y llano eran mi constante destino, tenía un caballo, muchas buenas amistades y era absolutamente FELIZ de vivir en Venezuela.
Al ver cómo la situación en Venezuela se agravaba decidí tomar la oportunidad y apliqué; fuí seleccionado y me fui a trabajar en el proyecto en República Dominicana con una empresa norteamericana como Ingeniero Mecánico, lo que significó un gran reto en mi carrera no solo por la barrera del idioma ya que todo era en inglés, sino también por la manera de hacer las cosas rápidas, seguras y de alta calidad, esa experiencia laboral marcaría el rumbo de mi vida y quiero resaltar que cuando digo marcó es que entre muchas cosas me hizo amar más a mi país y apreciar la virtud que el gentilicio venezolano encierra. Eso ser pana, querer ayudar a la gente, ser curioso, no tener miedo al trabajo y más bien disfrutar y meterle el pecho a las situaciones, nuestra capacidad innata de liderazgo, nuestra facilidad para desenvolvernos, nuestra generosidad al compartir, nuestra alegría incontrolable fue indispensable para terminar con éxito las instalaciones de ese proyecto minero.
Luego de aprender mucho sobre los procesos mineros específicamente equipos mecánicos, por curiosidad me involucré con la parte de tuberías, recibí mucha ayuda de venezolanos con años en ese entorno, me involucré tanto que termine siendo el ingeniero de tuberías en el cierre de esa obra, y por lo cual la misma empresa me ofreció seguir con ellos en otro proyecto en el sur de Perú.
Fue otro cambio cultural esta vez un poco más drástico ya que República Dominicana es muy pero muy parecido a Venezuela, en Perú trabaje a 3000 msnm en una ciudad rodeada por 3 volcanes donde solo llueve 3 días al año, pero donde su grandiosa gastronomía y algunas muy buenas amistades hicieron otra gran experiencia, pero cabe destacar que junto a otros Venezolanos hacíamos días de arepas (unas ciento y tantas), lo mismo con empanadas y hasta cazón y caraotas cocinamos con uno que otro ron Santa Teresa de por medio.
En ese proyecto en Perú tuve la dicha de conocer a mi esposa una Sudafricana que residía en Canadá, con quien inicie un nuevo proyecto de vida de iniciar nuestra familia pero también de movilizarnos a su tierra natal en África y empezar nuestro propio negocio a unos 13.000 kilómetros de mí Maracay.
Ha sido un reto desde todo punto de vista, para mí cuanto más lejos más aprecio lo que tuvimos y lo que aún llevamos dentro de nosotros entre muchos de las cosas:
– El único país donde en una generación un padre podría ser un conserje (sin ánimos de ofender) y su hijo a punto de sacrificio un Profesor, Ingeniero becado en alguna de nuestras grandiosas universidad públicas.
– El como a pesar de ser hombres sabemos bailar salsa, merengue y cocinar para «enamorar» a la suegra.
– Nuestra educación, caballerosidad así como nuestra cultura general.
– Nuestra facilidad para relacionarnos más allá de clases sociales y color de piel, digo color de piel porque aquí en Sudáfrica donde radicó actualmente el tema de la discriminación racial terminó hace unos 22 años y aún se respira en las calles, para nosotros eso terminó hace 200 años o más, es por eso que aquí les digo en mi país «negro» es por cariño y yo no soy blanco soy mestizo.
COMO VENEZOLANO LLEVÓ EN MI CORAZÓN A SIMON BOLIVAR, adinerado descendiente de español que dejó todo, logró la unión del indio y el negro y abolió la esclavitud, sacó corriendo a los ejércitos españoles de Venezuela, pero no se conformó solo con eso y decidió movilizar su pelotón a caballos a Colombia, Perú y Bolivia aún muchos no reconozcan su ayuda en la independencia.
No ha sido fácil después de venir de toros coleados, fines de playa, cachapa y hallacas a estar lejos pero extrañando la VENEZUELA que yo dejé!… la que aún quiero recordar.
Aquí estoy en el África en el Mar de la india, esperando a mi hijo quien llegará en un mes y a quien me esforzaré por enseñar lo que son los panas, la jodedera, ser chévere, hacer una segunda, sacar la pata el barro… etc., etc.
Gracias un abrazo desde África.
southafrica

5 comentarios sobre “Un Venezolano en Sudáfrica

  1. Desde Maracay te envío saludos te deseo una vida plena llena de dicha te deseo un hermoso hijo te deseo que seas amado por. Esa mujer que te escogió y así bebe enséñale todo eso y prometele que talvez algún día lo traigas y se maravillé de este país y conozca a tus panas y todas las cosas que le vas a enseñar….. Lloro lloro por estas hermosas palabras y sabes por qué …? Porque se están llenos la gente buena nos estamos quedando solos y viejos

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  2. Que lindo…desde aqui..Louisiana ..mis mejores deseos…creo, que alguna vez..cruzamos caminos…mi madre Luisa, tenia una amiga…en La Fundación. ! Daboin…

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  3. Amore que hermosas palabras, al igual que tu amiga lloro y lloro de alegría por ti y también porque de alguna manera me siento identificada con tus palabras ya somos varios extrañando lo que dejamos, pero bueno palante al estilo venezolano y a seguir echándole bolas ♡ dios bendiga ese bebe y tu nueva familia, saludos

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  4. Gracias por esos hermosos mensajes colmados de sinceras energías positivas y es que los Venezolanos por nacimiento somos ALTRUISTAS!.. un abrazo 🙏🏼

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  5. Tengo la sensación de también haberte conocido en nuestra hermosa Maracay, mi ciudad natal. Emotivas y hermosas palabras, suerte y éxitos. Bendiciones para tu hijo y que conozca de nuestra hermosa Venezuela y de lo bien que es ser venezolano carajo!

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